lunes, 14 de abril de 2014

LA IMPLOSIÓN DE LA FSSPX.- MAX BARRET.

Padre Célier.


La implosión de la FSSPX…
Que algunos sufren atrozmente por ello, que otros se regocijan, que otros se refugien en una total indiferencia, el hecho ya no puede ser ocultado.
Sin embargo, esta no es la opinión de su Superior General, que escribió en Le Rocher” (Boletín suizo de la FSSPX de abril de 2014):
El desarrollo de nuestra Fraternidad que vemos realizarse bajo nuestros ojos es una causa de alegría, de acción de gracias.
Nosotros indudablemente no tenemos los mismos anteojos…
¡Monseñor Fellay está, pues, eufórico!... Actualmente, los desarrollos de la Fraternidad son -para él- ¡una causa de alegría y de acción de gracias!... Cuando los sacerdotes fieles no son expulsados, ellos mismos dejan la Fraternidad o planean hacerlo tan pronto como se aseguren una morada y un ministerio… ¡Y Mons. Fellay ve allí "una causa de alegría y de acción de gracias"!... ¡asqueados por la inflexión indudable del objetivo que se había fijado Mons. Lefebvre, viven el mismo desconcierto que sus predecesores 50 años antes!... ¡Mi esposa y yo mismo los conocimos, los albergamos! El mismo guion se produce de nuevo hoy.
¡Los turiferarios del concilio siempre se alegraron, ellos también, del éxito del Vaticano II!...
Pues no nos hagamos ilusiones. ¡El Padre Pivert está en camino de ser expulsado! El Padre Thouvenot (Menzingen) le reprocha haber publicado su libro “Nuestras relaciones con Roma” –sin autorización. Se entiende entonces que ningún padre de la Fraternidad puede –ni debe- publicar nada sin la autorización de la Casa general. ¡Por lo tanto, las “preciosas” obras del Padre Célier se beneficiaron de esta autorización!... Es bueno darse cuenta, pues fue gracias a este imprimatur que sus libros fueron recomendados, presentados, vendidos, alabados en todos los prioratos y todas las capillas de la FSSPX (menos una)… Y no solamente sucedió esto en nuestras esferas: “Le Figaro”, “La Croix”, “L’Homme Nouveau”, “Présent”, “Monde et Vie” y “La Nef” hicieron publicidad para Benedicto XVI y los Tradicionalistas”!... Veamos esto más de cerca…
¡Las obras y editoriales del Padre Célier, que tratan de las relaciones con Roma, todas fueron favorables al acuerdo!... Por supuesto, el talento del autor le permitió una cierta prudencia. ¡Pero el lector poco habituado a las disputas políticas no salía ileso! ¡Qué se relea "Benedicto XVI y los tradicionalistas"! ¡Es verdad que el “buen” Padre tenía sus relaciones! ¡Es su amigo Jean-Luc Maxence, un Francmasón de la Gran Logia de Francia, qué editó y prologó su libro! ¡Desde las negociaciones ocultas qué se tramaban en el GREC, ya no descuidaban las relaciones, incluso las más imprudentes, a fortiori cuando eran amistosas!...
Estos hechos son lo suficientemente graves como para temer la implosión de una sociedad que, por una parte, no supo controlar sus efervescencias internas y, por otra parte, se desvió de sus objetivos. Y los eventos que salen a la luz en Yvelines o en Lille, no nos insuflan una bocanada de oxígeno.
Una vigilancia de medida variable…
Hubiéramos esperado que el comité de vigilancia literaria de la Fraternidad hubiera sido tan escrupulosa con el contenido de la obra del Padre Célier, en razón de sus amistades; como lo hicieron con la obra del Padre Pivert. ¡Había materia! Regresemos atrás a fin de refrescar las memorias.
En 1977, el señor Jean-Luc Maxence publicó una obra contra aquellos que él llamaba los integristas: “Viva el cisma” (Ed. J.C. Lattès). Allí calificó a Monseñor Lefebvre como “Savonarola de pacotilla”.

Tomo el riesgo de escandalizar a mis lectores al publicar dos pasajes tomados de este libro:
 “La religión de obligación de nuestros padres es para ponerla en el armario de las reliquias piadosas, en el museo, entre el prepucio hipotético de Jesús y la túnica de la Santa Virgen. Nosotros ya no queremos las supersticiones histéricas de nuestras abuelas, las indulgencias que se ganaban a fuerza del rosarios, las absoluciones que se obtenían al recitar dos Padre Nuestro y tres Ave ante el altar de su Santo Miedo del infierno”.
(Viva el Cisma”, pág. 62)
El segundo:
 “En la vida de la Iglesia, los antiguos carceleros del pecado mortal hacen mucho ruido y mucho mal, y ya no hay compromiso posible, ni siquiera deseable, con los maníacos del Satanás justiciero y Príncipe de este mundo, los viejos sapos devotos que recitan los rosarios mecánicamente, los heraldos de estas formulas Latinas adormecedoras que arrullaban las misas de mi infancia, los obsesos del peligro rojo Escondido en la sacristía, los chochos de la Doctrina, los coleccionistas fanáticos de hipotéticas visiones mariales, los anunciadores de una edad de tinieblas, los cobardes de lo temporal, los inmovilistas de la genuflexión, los cortadores en cuatro de los dogmas desgastados, los ritualistas exacerbados, en breve, con todos aquellos que Jacques Maritain nombró en su obra “Le Paysan de la Garonne”, los “rumiantes de la Santa Alianza”. (op. cit. págs. 7 y 8)
¡Este es, amigo mío, el presentador y editor del Padre Célier!
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